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Armisticio y creación del segundo ejército boliviano

Armisticio y creación del segundo ejército boliviano

Con la derrota sufrida en Alihuatá y Campo Vía al ejército boliviano solo le quedó la 7.ª División la que tuvo que retirarse de la zona de Nanawa hacia Magariños. La propuesta del teniente coronel Franco de utilizar todos los camiones disponibles para avanzar rápidamente hacia Ballivián-Villamontes y acabar con el resto del ejército boliviano no prosperó. El presidente Ayala creyó que había ganado la guerra y que Bolivia, sin ejército, no tenía otra opción que capitular y solicitar la paz y, para dar tiempo a la diplomacia, propuso un armisticio que el Gobierno boliviano aceptó de inmediato.

El armisticio de veinte días, del 19 de diciembre de 1933 al 6 de enero de 1934, favoreció enteramente a Bolivia. Este país aceptó el armisticio para ganar tiempo y formar un nuevo ejército. Durante el primer año y medio de guerra, Bolivia había movilizado 77 000 hombres de los cuales solo quedaban 7000 combatientes en el Chaco (la 7.ª División) y 8000 hombres que prestaban diversos tipos de servicios. Del resto: 14 000 habían muerto, 32 000 fueron evacuados por heridas o enfermedades, 10 000 cayeron prisioneros, 6000 desertaron.82​

Cuando el armisticio caducó, el nuevo ejército boliviano tenía un total de 18 regimientos cuyos efectivos eran superiores al que había comandado Kundt un año antes.83​

Pero este nuevo ejército tenía tres inconvenientes:

  • Miles de campesinos cuyas tierras eran expropiadas por los terratenientes bolivianos, dando lugar a varios levantamientos, fueron reclutados como soldados para luchar en un desierto inhóspito y estéril. Los soldados carecían de buena preparación y experiencia en combate; su moral y motivación eran bajas. En muchos casos se reclutaron soldados no aptos físicamente para soportar las exigencias del teatro de operaciones chaqueño.84​

Se quejaban de la mala y escasa comida, del temor a la selva chaqueña y de los fusilamientos de desertores que estaban obligados a presenciar.85​86​

A principios de 1934, el alto mando boliviano reconoció que para la defensa de posiciones se necesitaban 2 soldados recién reclutados por cada soldado paraguayo, siempre que estuvieran bien alimentados y con el apoyo de ametralladoras y artillería. Para atacar esta relación subía a 4 reclutas bolivianos por cada soldado paraguayo.87​Esto complicaba la logística, problema que Kundt ya había analizado el año anterior, especialmente en el consumo de alimentos, agua y municiones que los reclutas solían derrochar:

Si hoy come la tropa 600 gramos, aumentando el efectivo del ejército, se tendría que racionar por 300 gramos por soldado [...] Se ha citado a mi comando por no haber pedido más gente. Las razones se encuentran en este informe. Hubieran muerto de hambre.General Kundt al presidente Salamanca;
en (Dunkerley, 1987, p. 248)
  • El cuadro de oficiales estaba muy raleado. El mando de los regimientos se dio a capitanes o mayores con poca experiencia y se contrató oficiales mercenarios extranjeros, especialmente chilenos, que en número de 105 ingresaron desde abril y hasta fines de 1934.88​89​
Para sorpresa de muchos, los oficiales chilenos pudieron superar las barreras de la nacionalidad, raza, color, clase y lenguaje que los separaba de sus soldados. A diferencia de los oficiales bolivianos, que preferían mantenerse en la retaguardia y huir al primer problema, los oficiales chilenos permanecían con sus hombres en el combate, la retirada o cuando se rendían.De la Pedraja Tomán (2006, p. 468, nota 10)

Pese a que esto motivó roces diplomáticos entre el Paraguay y Chile, los mercenarios chilenos fueron tratados por el ejército paraguayo bajo los mismos derechos que la Convención de Ginebra amparaba a los combatientes y prisioneros bolivianos y no bajo la figura jurídica de «combatientes ilegales» (con penas de prisión y fusilamiento).

Mientras el ejército paraguayo preparaba a los estudiantes para oficiales, su par boliviano los alistaba como soldados, y suele atribuirse la poca capacitación y cantidad de oficiales a la estructura de la sociedad boliviana, al elitismo y al racismo.90​Los amigos y parientes de los políticos y los jóvenes de la burquesía en todas sus capas ocuparon puestos burocráticos en la retaguardia eludiendo así ir al frente de batalla.91​Según el general Peñaranda, esta carencia de oficiales y clases transformó al ejército boliviano en un «cuerpo sin alma».92​

  • La derrota de Alihuatá-Campo Vía no mejoró la unidad del alto mando del ejército con el Gobierno sino todo lo contrario. Las camarillas se fracturaron aún más. Cuando el nuevo comandante en jefe quiso nombrar al coronel David Toro como Jefe del Estado Mayor, se opusieron varios altos oficiales, por lo que Peñaranda recibió una severa advertencia de Salamanca:
Está usted al borde de una rebelión militar frente al enemigo extranjero. Reflexione bien y deténgase a tiempo [...] Su deber es cumplir la orden que le he reiterado ya cuatro veces y que ahora le reitero por quinta vez.Presidente Salamanca al general Peñaranda,
en (Dunkerley, 1987, p. 224)

Como solución, Toro fue nombrado comandante del Primer Cuerpo de Ejército. Este nombró a su vez, como jefe de Estado Mayor de esa unidad a Germán Busch, un joven oficial de 29 años sin ninguna capacitación ni experiencia en esa función ni en el mando de grandes unidades, que a partir de entonces figuró como su «protegido» en la corte que Toro organizó a su alrededor con oficiales jóvenes, socialistas, bufones y poetas donde reinaban los placeres de la buena mesa, las bebidas y las mujeres.

Como síntoma de este clima de insubordinación dentro del ejército contra el presidente Salamanca, el 5 de abril de 1934 se amotinaron los cadetes del Colegio Militar y apoyados por la policía salieran de su cuartel y ocuparon gran parte de la ciudad de La Paz. Este motín fracasó por la falta de apoyo popular y del sector militar que lideraba Peñaranda.93​

El presidente Salamanca, dudando cada vez más de la eficacia de los militares bolivianos, intentó penetrar de dos maneras en el «feudo» que estos habían construido en el Chaco:

  • En primer lugar, a fines de abril de 1934, intentó crear el cargo de inspector general del ejército con la función de enlace entre el presidente y el alto mando. Propuso para el cargo a un civil, el doctor Joaquín Espada. La oposición del general Peñaranda y la inmediata e indisciplinada reacción del teniente coronel Moscoso hizo que Salamanca le pidiera inmediatamente su renuncia a Moscoso como jefe del estado mayor, la que se hizo efectiva pese a los ruegos en contrario de Peñaranda.
  • En segundo lugar, en el mes de mayo de 1934 llegó la misión militar checa contratada por Salamanca compuesta de cinco oficiales de alta graduación, todos a cargo del general Vilem Placek para que asesorara al Gobierno en sectores claves del ejército. Esta medida también despertó el total desacuerdo de los jefes de Cuerpo y de División bolivianos.94​
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